Mostrarse cobarde y débil con el enemigo no significa ganarse su amistad sino facilitarle torpemente nuestra destrucción. El exceso de prudencia en realidad encubre cobardía. Así nos luce el pelo.
Un golpe de estado, cientos de asesinatos en pocos meses, un macroatentado, olas de incendios devastadores, intentos de ocupación del congreso, millones de parados, la disolución nacional, un estado de corrupción generalizado... tonterías todas ellas, nada de eso es tan importante como para que haya un estado de alarma.