El ruido proviene de muchas fuentes, no solo de la aviación. Como resultado, el nivel de ruido que alguien experimenta día a día puede depender de muchos factores. El ruido en pequeñas áreas suburbanas en comparación con los centros urbanos ocupados puede ser muy diferente y dar lugar a varios tipos de desafíos cuando se trata de abordar el ruido de los aviones.
Para representar el efecto de la exposición al ruido de los aviones en las personas, los investigadores de las décadas de 1960 y 1970 desarrollaron el concepto de «molestia» acústica. Este concepto resultó útil para comprender cómo se sentían las comunidades sobre el ruido que producen los aviones alrededor de los aeropuertos. Hay varios factores que afectan el grado de molestia que causa un ruido. ¿Qué tan fuerte es el ruido? ¿Cuánto tiempo duró? ¿Con qué frecuencia se produjo el ruido? ¿Cuándo se produjo el ruido? ¿Fue durante la noche? ¿El ruido ocurrió con un fondo de otros ruidos o ocurrió en un lugar tranquilo?
La «molestia» es una medida acumulativa de la reacción adversa general de las personas al ruido que causa interferencias con el habla, el sueño, el deseo de un entorno tranquilo y la capacidad de usar el teléfono, la radio o la televisión de manera satisfactoria. Los resultados de las encuestas a las personas afectadas se pueden utilizar para comprender mejor cómo responden las personas a los diferentes tipos de exposición al ruido.
También hay numerosos factores que determinan cuánto ruido de la aeronave se experimenta en tierra:
- ¿Qué modelo de avión y qué tipo de motores se utilizan para cada vuelo?
- ¿El avión está despegando o aterrizando?
- ¿Cuál es la trayectoria de vuelo de los sobre vuelos sobre zonas urbanas?
- ¿Qué tan rápido asciende y desciende cada avión?
- ¿La aeronave funciona a potencia total o reducida?
El ruido experimentado en el suelo también depende de los horarios de los vuelos, que pueden variar dependiendo de la hora del día, la temporada del año u otros factores operativos. El clima también juega un papel importante, ya que el sonido se atenúa (se disipa) de manera diferente dependiendo de las condiciones climáticas (velocidad y dirección del viento, temperatura, etc.).
Determinar cómo capturar los efectos de todas estas consideraciones puede llegar a ser extremadamente complejo muy rápidamente. Una casa a media milla al norte de un aeropuerto puede experimentar una exposición al ruido de los aviones muy diferente durante un día, una semana y un año que una escuela a una milla al sur de ese aeropuerto.
Sistemas de monitorado de ruido
Aena dispone de sistemas de monitorado para la medición del ruido producido por las aeronaves. A día de hoy cuentan con este sistema los aeropuertos de Adolfo Suárez Madrid-Barajas, Alicante-Elche, Bilbao, Gran Canaria, Ibiza, Josep Tarradellas Barcelona-El Prat, Málaga-Costa del Sol, Palma de Mallorca, Sevilla, Tenerife Norte, Tenerife Sur y Valencia.
El sistema recibe la información de los planes de vuelo y las sendas radar correlacionándolos con las mediciones realizadas por los Terminales de Monitorado de Ruido (TMR), permitiendo al sistema evaluar datos en el entorno del sistema general aeroportuario. De esta manera, quedan registradas las características de cada evento sonoro y todos los datos relacionados con la aeronave responsable de dicho evento: identificativo del avión, posición, altitud, compañía aérea, destino, etc.
Las localizaciones de los TMR se han seleccionado con el fin de medir los niveles de ruido ambiental en aquellos puntos más expuestos al ruido aeronáutico, próximos a las rutas aéreas, y mejorar así la medición y el control del grado de afección acústica provocada por las operaciones aeronáuticas en las poblaciones que pudieran verse afectadas.
El control acústico no se limita únicamente a las aeronaves en vuelo, sino que también se lleva a cabo el control de ruido de las aeronaves en tierra, especialmente durante la noche, en zonas de plataforma de estacionamiento de aviones próximas a las poblaciones que limitan con el aeropuerto.