La reciente convocatoria de 150 plazas para controladores aéreos por parte de ENAIRE es presentada como un esfuerzo significativo para garantizar la seguridad y la eficiencia del tráfico aéreo en España. Sin embargo, esta medida parece insuficiente frente a los desafíos estructurales y humanos que enfrenta la profesión. En los próximos seis años, el 47% de los controladores aéreos alcanzará la edad para solicitar la Reserva Activa (RA), lo que supone un total de 1.100 profesionales que estarán en situación de desgaste físico y mental extremo, según diversos testimonios del sector.
El sistema actual, lejos de ser una solución integral, presenta graves problemas que evidencian una desconexión entre la política de contratación y la realidad laboral. Por un lado, los controladores no solicitan la RA porque saben que las probabilidades de obtenerla son prácticamente nulas; sólo se conceden 14 casos al año. Esta cifra es ínfima si consideramos el volumen de profesionales aptos para acogerse a esta opción y las consecuencias que implica mantener en actividad a un colectivo envejecido, en una profesión tan exigente como el control del tránsito aéreo.
Para dimensionar el problema, basta observar la situación en Sevilla. Antes de 2029, harían falta entre 80 y 100 controladores adicionales para atender el tráfico aéreo sin demoras y cumpliendo con los permisos estipulados por el Convenio Colectivo en vigor. Esto considera tanto las previsibles jubilaciones anticipadas como las no anticipadas. Actualmente, el 25% de los 2.350 controladores aéreos del país tienen más de 56 años, y unos 600 cumplen ya con los requisitos para acogerse a la RA. Sin embargo, la negativa sistemática a conceder este derecho sigue obligando a muchos a trabajar en condiciones que afectan su salud y, potencialmente, la seguridad del sistema.
Datos del Preacuerdo de Plantillas USCA/ENAIRE 2018
Según el preacuerdo entre ENAIRE y USCA, se prevé un incremento neto del 21,28% en la plantilla de controladores entre 2017 y 2025, alcanzando un total de 2.394 profesionales habilitados. Sin embargo, ante la magnitud del reto, se acuerda incrementar el número mínimo previsto de RAs de 10 a 15 anuales a partir de 2020, sumando un total de 115 RAs durante el periodo 2020-2025. Esta medida se aplicará «según las necesidades específicas de cada dependencia» para garantizar la continuidad y la calidad del servicio.
Además, para agilizar el proceso de habilitación de nuevos controladores y cumplir con los objetivos previstos, USCA asume el compromiso firme y activo de cooperar con el colectivo de controladores. Esta colaboración facilitará y agilizará los procesos formativos y de habilitación de las nuevas incorporaciones, promoviendo medidas conjuntas que maximicen los recursos en simulación e instrucción en el puesto de trabajo
El artículo publicado en el portal especializado Controladores Aéreos arroja una luz inquietante sobre las condiciones laborales del colectivo, describiendo a los profesionales mayores como «ancianos destrozados física y mentalmente». Este panorama no sólo resulta alarmante desde una perspectiva humana, sino que también plantea serios interrogantes sobre la seguridad del sistema aeroportuario en España.
Aunque ENAIRE destaca que, desde 2021, se han convocado un total de 468 plazas, estas cifras resultan insuficientes cuando se contrastan con las necesidades reales del sector. Además, el proceso de formación y certificación de nuevos controladores es largo y costoso, lo que significa que los nuevos contratados tardarán años en aliviar la sobrecarga de trabajo existente.
La presión para reducir costes y aumentar la eficiencia parece estar desbordando a los profesionales del control aéreo, quienes operan en un entorno de altísimo estrés con una plantilla claramente insuficiente. Es imperativo que las autoridades no sólo incrementen el número de plazas convocadas, sino que también revisen de manera urgente la política de RA. Ignorar este problema no sólo es injusto para los trabajadores, sino que pone en juego la seguridad de millones de pasajeros cada año.
El tráfico aéreo está en aumento, y con él, las exigencias de un sector que demanda planificación a largo plazo y decisiones estratégicas basadas en las necesidades reales del sistema. La pregunta es: ¿cuánto tiempo más se puede sostener un sistema que descuida a sus profesionales y que no responde a las exigencias del futuro?