Escuchaba hace un par de días a una portavoz del Samur de Madrid decir que había sido una situación muy estresante la vivida tras el terrible suceso acaecido en una parroquia de Madrid después de que un hombre entrara con un arma y disparara a dos mujeres, una de ellas embarazada. A lo que se refería concretamente, era a que los miembros del Samur tuvieron que tomar la decisión instantánea de hacer una cesárea a la mujer embarazada para salvar al menos al hijo. No dudamos de que sea absolutamente cierto, fue una situación terrible y tuvieron que tomar una decisión enormemente difícil a vida o muerte y sin tener la posibilidad de meditar, estudiar, valorar, sopesar y finalmente decidir. Les felicitamos desde estas páginas.
Y nos felicitamos los controladores aéreos desde estas páginas porque todos los días, durante todo el tiempo de nuestro trabajo, tomamos decisiones instantáneas, sin posibilidad de meditar, estudiar, valorar, sopesar y finalmente decidir. Una de las características de nuestra profesión es la toma de decisiones en “tiempo real” (¿existe un “tiempo irreal”?). La instantaneidad en nuestro trabajo es la norma, no la excepción. La mayoría de las decisiones que tomamos son mecanismos reflejos desarrollados para evitar tener que pensar qué hacer en cada momento. Si nos paráramos a pensar y valorar cada decisión que tomamos, nos “comería el tráfico”, en seguida estaríamos desbordados. Y estamos hablando además de situaciones calmadas, porque cuando hay tormentas, o frentes nubosos activos, o turbulencias moderadas o severas, el estrés es indescriptible porque los parámetros de decisión normales dejan de tener validez y hay que improvisar continuamente, lo que dificulta en sobremanera el trabajo.
Una de las muchas armas esgrimidas contra los controladores aéreos es el minusvalorar nuestra profesión y así rebajar nuestra valía. Y en un país enfermo como éste, en el cual la profesionalidad y la excelencia son despreciadas y vituperadas, y la envidia y la chapuza son la norma habitual, ese arma ha tenido éxito instigada por un ser incalificable (fuera del ámbito del Código Penal) como es Pepiño.
Felicidades a los miembros del Samur, a los buenos profesionales que todavía quedan en España y muy especialmente a los controladores aéreos, que día a día demostramos nuestra enorme valía, profesionalidad y capacitación.