Todos hemos visto documentales de naturaleza en los que hemos aprendido que los animales orinan o defecan para marcar con su olor el territorio que dominan.
El PP, más bien debería calificarlo como PPSOE, acaba de mear o cagar a Carmen Librero encima de los controladores aéreos españoles como mensaje alto y meridianamente claro de lo que podemos esperar de su “gestión”. El PPSOE acaba de escupir a la cara a los controladores aéreos españoles diciéndoles: “esperabais que con el nuevo gobierno se suavizaran las cosas con vosotros, que terminara el acoso; pero no os equivoquéis, nosotros os odiamos tanto como los suciatas, os queremos humillar igual o más que los suciatas, os vamos a joder tanto o más que los suciatas, os vamos a terminar de destrozar y, como dijo el multimillonario Bono: ‘no tengáis ninguna esperanza’”. Y el mensaje ha quedado meridianamente claro.
Al igual que el nombramiento de Carmen Vela ha levantado revuelo, el nombramiento de Carmen Librero (las Cármenes) también debería hacerlo. Pero no, no nos engañemos, no lo levantará. Porque Carmen Librero está en el lado “bueno”, el de los enanos. Está asociada al odio, al profundo odio, al genuino odio, al resentido odio, al repugnante odio que existe hacia sus profesionales del control aéreo en ese trozo de territorio bananero en el que han convertido este país entre unos y otros y que actualmente está habitado por enanos. Es tiempo de enanos, en política y en la sociedad.