No porque una mentira sea repetida miles de veces se convierte en verdad. Lo cierto es que los controladores aéreos no provocamos el cierre del espacio aéreo español los días 3 y 4 de diciembre de 2010. Ni abandonamos nuestro puesto de trabajo como se dice reiteradamente, si así hubiera sido, habría que haber lamentado la pérdida de muchas vidas, cosa que, por supuesto, no ocurrió.
El Real Decreto de 3 de diciembre de 2010 aparte de aumentar por enésima vez las horas de trabajo de los controladores aéreos cargándose, también por enésima vez, nuestro derecho constitucional a la negociación colectiva y el Estatuto de los Trabajadores, contenía otras “pequeñas” cuestiones que era mejor que quedaran enterradas bajo el caos provocado deliberadamente por el gobierno:
– La supresión de los 426 euros a los parados de larga duración.
– La reforma de las jubilaciones (a la baja claro).
– La subida de los carburantes.
– La subida de los alcoholes.
– La subida del tabaco.
– La privatización de Aena.
¿Qué mejor tapadera para estas medidas que desviar la atención del pueblo y redirigir su ira hacia un chivo expiatorio (los controladores aéreos) creando un caos monumental el mismo día que promulga todas esas medidas impopulares y agresivas contra el conjunto de los ciudadanos?.
Esta operación de cerrar el espacio aéreo y culpar del cierre a los controladores perseguía varios objetivos. Por un lado tenían una excusa para decretar el estado de alarma que permitiría tomar medidas dictatoriales en caso de que hubiera protestas populares por los recortes sociales, por otro lado se creaba un enorme revuelo que desviaba la atención de esos recortes tan impopulares y por último daba el golpe final a un colectivo de trabajadores ya machacados y preparaba la jugada de la imposición del laudo “voluntario” que tenían preparado desde hacía mucho tiempo.
Cerrando el espacio aéreo el gobierno tomó de rehenes a los cientos de miles de pasajeros que se disponían a volar esos días y también a los controladores aéreos a los que nos tendió una trampa. El gobierno lleva manipulando a la población desde el principio del conflicto de los controladores aéreos. Lo que verdaderamente se esconde detrás de todo es la privatización de la mitad de los aeropuertos, patrimonio de todos los españoles, por 9.200 millones de Euros, cuando el valor real de ese 50% es aproximadamente 30.000 millones de Euros. La Aena privatizada requiere además unos controladores esclavos y mal pagados, y esa es la causa real de todo el conflicto de los controladores aéreos.
Ahora la pesadilla judicial de los controladores será bien explotada mediáticamente por el gobierno, que seguirá sacando provecho de esa fuente inacabable de beneficios mediáticos en la que nos hemos convertido los controladores aéreos españoles.
¿Por qué no fue el Presidente del Gobierno a la cumbre iberoamericana a la que tenía previsto acudir en aquellos días?. ¿Por qué estaban en estado de alerta los militares antes de que ocurrieran los hechos?. ¿Por qué se sacó un Real Decreto semejante al principio del puente más importante del año en España?. ¿Por qué Televisión Española recibió con antelación una llamada para que se reforzaran los servicios ese fin de semana?. ¿Es una mera casualidad que el programa de Televisión Española “Cuéntame” del jueves día 2 de diciembre de 2010, día anterior al cierre del espacio aéreo, tuviera como argumento una huelga de controladores aéreos que no permite a los protagonistas volar?.
Esperemos que la justicia actúe con independencia y señale a los verdaderos culpables de aquella situación y no a los controladores aéreos.
Desde el primer momento, y ya desde antes de los hechos cuando comenzó la preparación artillera con la campaña de mentiras y desprestigio del colectivo, protagonizada por aquel sucedáneo de ministro analfabeto dando saltitos siempre detrás de un ambón como un niño travieso que celebra y necesita estimular su ego contándole sus hazañas a los demás, dije y sostuve en todos los medios a que tuve acceso, principalmente en Aviación Digital, que el colectivo de Controladores no era culpable de nada, sino víctima propiciatoria y protomártir de la ineptitud de un gobierno que en aquellos momentos tenía las horas contadas y, como fiera herida de muerte, se revolvía en sus estertores lanzando dentelladas desesperadas a diestra y siniestra. Y aquella hidra de siete cabezas, con varias de ellas atenazó a esta profesión y a los que la ejercían, y se la entregó a la chusma inculta con el único argumento que esta gente entiende, el del dinero que se ganaba pero sin decir cuánto se trabajaba. Se fue suprimiendo la opción de escribir comentarios sobre estas noticias en los foros, y con ello nos silenciaron a los, triste es decirlo, pocos que defendíamos a Control con verdades como puños.
Los juzgados fueron archivando los expedientes y parecía renacer la esperanza en la Justicia. Pero no, aquella operación política para triturar a unos trabajadores de excelencia, de una vez por todas, necesitaba sangre y se sintieron frustrados al no haber conseguido siquiera un muerto entre los usuarios en la vorágine del caos que organizaron para justificarse. Poco faltó para que lo consiguieran, pero Dios es muy grande y no lo permitió. Y no se entiende, desde una perspectiva jurídica, cómo han podido mantener el rescoldo de aquel fuego sin que se extinga, con el caso de Madrid y Baleares, que en el supuesto de que les sean desfavorables a los Controladores, pueden ser la mecha para prender con mayor virulencia, si cabe, y reactivar todo el incendio.
Me gustaría poder decir que no hay de qué preocuparse, pero siento otra vez la ansiedad y la angustia de aquellos terribles días.
Un muy fuerte abrazo a todos, y ni que decir tiene que mis mejores deseos. A los que me conocisteis y a los que no. Ya hizo en Agosto pasado diez años que fui relevado por última vez, en la APP de Sevilla, por mi jubilación forzosa por la edad, pero os sigo llevando en el corazón, y de manera muy entrañable y especial, a aquellos que yo llamaba «mis niños» y tuve el inmenso privilegio de poder enseñar algo de esta incomparable profesión.
Mucha suerte. Porque la justicia, que es lo que necesitáis, depende de tantos factores incontrolables, que puede estar quedando en una lotería macabra de muy incierto resultado. Igual que no se respetó, ni por parte del entonces Fiscal General del Estado, el derecho constitucional de vuestra presunción de inocencia y fuisteis linchados socialmente, podría ocurrir que algún canalla, o más de uno, estén moviendo contra vosotros los hilos de este trágico guiñol que perdura después de seis años y tanto como ha llovido, políticamente, desde entonces.