Marruecos ha asumido recientemente el control de aproximadamente el 20% del espacio aéreo del Sáhara Occidental, una región en disputa desde la retirada de España en 1976. Esta medida se produce en medio de tensiones políticas y diplomáticas en torno al estatus del territorio.
Históricamente, tras la descolonización española, la gestión del espacio aéreo del Sáhara Occidental quedó bajo la responsabilidad de España, específicamente a través del Centro de Control Aéreo de Canarias y Enaire. Esta decisión fue adoptada por la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) debido a la falta de consenso sobre la soberanía del territorio.
La reciente transferencia parcial del control aéreo a Marruecos ha suscitado debates en el Senado español. El senador Aniceto Armas, representante de El Hierro, cuestionó al Gobierno sobre esta decisión, argumentando que se está realizando «por la puerta de atrás» y sin la debida transparencia. Armas expresó su preocupación por la posible cesión completa del control aéreo a Marruecos, lo que podría tener implicaciones significativas para la seguridad y la soberanía en la región.
La postura de Marruecos respecto al Sáhara Occidental ha ganado apoyo internacional en los últimos años. En 2020, el entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, reconoció la soberanía marroquí sobre el territorio, un gesto que fue bien recibido por el rey Mohamed VI. Este reconocimiento coincidió con la reelección de Trump y fue conmemorado por Marruecos durante el aniversario de la Marcha Verde, una movilización masiva en 1975 que consolidó la presencia marroquí en el Sáhara Occidental.
Además, países como Francia han manifestado su apoyo a la propuesta marroquí de autonomía para el Sáhara Occidental. Durante una visita oficial a Marruecos, el presidente Emmanuel Macron reafirmó que Francia considera el Sáhara como parte integral de Marruecos y se comprometió a respaldar esta posición en foros internacionales. Este respaldo se ha traducido en la apertura de representaciones diplomáticas y centros culturales en ciudades clave del Sáhara Occidental, fortaleciendo la presencia internacional en la región.
Sin embargo, la situación en el terreno sigue siendo tensa. El Frente Polisario, que aboga por la independencia del Sáhara Occidental y cuenta con el apoyo de Argelia, ha reanudado las hostilidades contra Marruecos desde 2020, tras años de alto el fuego. Recientemente, se han reportado enfrentamientos en áreas estratégicas, resultando en bajas en ambos bandos. Estos conflictos armados de baja intensidad reflejan la persistente volatilidad en la región y la complejidad de alcanzar una solución pacífica y duradera.
La comunidad internacional sigue dividida en cuanto al reconocimiento de la soberanía sobre el Sáhara Occidental. Mientras que algunos países respaldan la propuesta de autonomía bajo soberanía marroquí, otros continúan apoyando el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui, tal como lo defiende el Frente Polisario. La ONU, por su parte, mantiene su posición de buscar una solución negociada que sea aceptable para ambas partes, aunque los avances en este sentido han sido limitados.
En este contexto, la decisión de España de transferir parte del control del espacio aéreo al Reino de Marruecos añade una nueva dimensión al conflicto. Las implicaciones de esta medida aún están por verse, pero es evidente que influirá en las dinámicas políticas y diplomáticas de la región en los próximos años.