Gabinete Prensa SPICA.- La viabilidad de las torres aéreas de control remoto, ha sido y será, una cuestión que se mantiene desde hace más de una década en el aire.
Una torre de control remoto consiste en la prestación de servicio de tránsito aéreo (ATS) de control de aeródromo desde ubicaciones que carecen de observación visual directa o ésta es muy leve. Este servicio se emplea sobre todo para el control de aeródromos (ATC) o servicio de información de vuelos (AFIS). Además, la torre de control remoto reproduce en ubicación la visión y funcionalidad que tendría una torre convencional.
Desde el comienzo de su implantación en España, proveedores de servicio como ENAIRE han apostado por la digitalización de las torres de control, sin embargo, no parece que ni Aena ni Enaire hayan escogido la mejor pareja de baile en este tema, al sumarse a la larga lista de gestores que están incorporando un sistema de gestión del tráfico aéreo, basado en tecnología visual con alta precisión.
Enrique Maurer, actualmente director de Servicios de Navegación Aérea de ENAIRE, defendía que, este tipo de torres redundarían en una “mejora de la seguridad con nuevas funciones de alerta y conformidad, mejora de la operación en aeropuertos complejos y de la capacidad en situaciones meteorológicas adversas, al mismo tiempo que facilita la fluidez en la operación y reducirá costes de infraestructuras y gastos de explotación”.
No obstante, otras voces consideran su afirmación algo controvertida ya que hay expertos en la materia que opinan que este tipo de infraestructuras y de tecnología es ideal para aeropuertos con bajo volumen de tráfico aéreo, pero no para grandes aeropuertos, en los que la plantilla resultaría insuficiente en el periodo estival, aunque pueda resultar válida en periodos con poco tráfico, como en la temporada de invierno.
Por un lado, este tipo de instalaciones son prácticas en lugares aislados y con pocos vuelos diarios, pero en los aeropuertos con un gran volumen de vuelos, estas torres no suponen apenas una mejoría para las capacidades y el trabajo diario de los controladores. Ciertamente, desde el punto de vista tecnológico las torres remotas permiten una reducción de costos en la prestación de servicios en aeropuertos medianos y pequeños, pero a esta tecnología, aún en sus inicios, le queda mucho por desarrollar. Además, los fabricantes van a modificar hardware, cámaras, objetivos y pantallas de presentación, que probarán con técnicos de la noruega Avinor, aunque mientras que no se desarrolle, dicha tecnología no resultará válida para el colectivo de controladores, que, por el momento, permanece a la espera.
No obstante, la ciencia continúa avanzando y empresas como INDRA apuestan por este tipo de inversiones, que, a su vez, consideran clave para la modernización de la gestión del tráfico aéreo, sirviendo como referencia para el control digital remoto en grandes aeropuertos a futuro, y cuyo propósito pasa por mejorar la seguridad aérea (tanto a nivel civil como militar), incrementar la capacidad, reducir costes de las aerolíneas y mejorar la protección del medioambiente.
La teoría de las torres remotas
La implementación para la puesta en marcha de la primera torre remota en Menorca, gestionada por ENAIRE, ha estado a cargo de la tecnológica y especializada en aviación, Gesnaer, que contó además, con el apoyo y la colaboración de las empresas noruegas Kongsberg y Avinor.
Este proyecto pionero, que busca garantizar la mejora de la operatividad enfocando ésta hacia la seguridad y capacidad de la gestión del tráfico aéreo, es posible gracias a numerosas cámaras y sensores, que incluso permiten una visión de 360 grados en las pistas, con infrarrojos en caso de baja visibilidad y capaces de realizar zoom para visualizar zonas concretas. Todo se visualiza en una serie de pantallas que facilitan la información necesaria, para que los controladores puedan realizar correctamente su trabajo. Por lo tanto, no es necesario ni que la torre de control esté situada en el aeropuerto, ni que los controladores que gestionan el tráfico, se sienten frente a las pistas.
Además, con estas nuevas herramientas, el controlador ha de ser capaz de realizar su trabajo no solo en un aeropuerto, sino en varios aeródromos al mismo tiempo, ya que su gestión se hace de manera remota.
Sin embargo, la experiencia europea nos dicta que las torres remotas resultan viables especialmente en pequeños aeropuertos, aislados y con poco tráfico aéreo, en donde con una misma torre, se facilitaría la gestión de incluso dos de estos aeropuertos con bajo volumen de tráfico.
Beneficios de las torres remotas, para gestionar mejor y más tráfico
Con el objetivo de potenciar una mayor eficiencia y mejora a las prestaciones ya establecidas, con esta nueva tecnología digital se permite una visión óptima y mejor que el ojo humano, y que permite que, gracias a un gran número de cámaras, los controladores de torre tengan una visión total de todo lo que ocurre en su aérea de responsabilidad.
Otro de los beneficios que se consigue con la implementación de las torres remotas es el ahorro en cuanto a costes operativos y de construcción, sobre todo porque no es necesario disponer de una instalación de control en los aeropuertos, como tradicionalmente viene siendo.
Además, sí un controlador puede prestar servicio a varios aeropuertos, con tráfico medio o bajo, teóricamente se fomenta un uso más eficiente de los recursos humanos, así como la posibilidad de que el personal pueda atender tráfico no regular con servicios de gestión de 24 horas, y fuera de los horarios de apertura y cierre del aeropuerto.
Controversias que despiertan las torres remotas
Pero no todos los empleados estarán dispuestos a aceptar reubicarse y adaptarse, geográficamente hablando, a una nueva torre remota. No todos estarán dispuestos a asumir estas nuevas cargas de trabajo por mucho ahorro que suponga para los gestores aeroportuarios, y por la incertidumbre que genera, sin olvidar que el colectivo de controladores tendría que realizar un periodo de transición durante el que se siga garantizando la operatividad y la efectiva gestión del tráfico aéreo en el aeropuerto.
Además, otro inconveniente sería el generado por el hecho de que no todos los controladores de tránsito aéreo tienen habilitaciones para más de una torre, a lo que habría que sumar el impacto que supondría el cambio de ubicación, de procedimientos y turnos, sin contar la adaptabilidad a un sistema que suplanta la observación visual.
La realidad al día de hoy
El proceso de puesta en marcha de la primera torre de control remoto de España es una realidad, a pesar de los temores generados por este nuevo sistema de control aéreo y que apuesta por la versión virtual en lugar de la construcción de una nueva torre física, que sustituya a la actual y una de las más antiguas de España.
Sin embargo, este proyecto ha sufrido retrasos continuados desde antes del confinamiento. Actualmente parada y con los expedientes de obra suspendidos cuenta con una única cámara 360 grados instalada sobre la terminal, cuya sustitución supondría un parón en las operaciones de por lo menos 24 horas.
Asimismo, se puso en conocimiento el peligro que supone el salitre en el lugar de la ubicación dado que puede afectar seriamente al funcionamiento de la cámara, como así ha sido. Incluso, se ha tenido que realizar una sustitución de una de las dos cámaras de zoom.
Si hablamos de la ubicación, pese a las recomendaciones de la empresa Kirnsberg, la torre de cámaras se instaló a más de 400 m del eje de pista, cuando la empresa noruega indicaba que se no se colocaran a más de 250m porque perdía visual, por lo que el controlador ve al natural el tipo de aeronave a más de 6 millas y en la versión remota, a penas a 1,5 millas, lo que impide que pueda hacer reajustes entre llegada y salida. A esto se suma que el dispositivo de identificación de objetos móviles no capta el avión hasta que éste se encuentra situado a 1,5 millas de la toma, no siendo de ninguna manera servible.
La cámara infrarroja no capta los tráficos de una manera adecuada, por lo que la visión en caso de LVPs tampoco mejora, y la atención que demandCa el uso de la cámara de zoom es excesiva, lo cual no es viable y redunda en la falta de seguridad en las operaciones. Desde la torre remota de Menorca, además, se gestiona el aeródromo de San Luís, y el helipuerto de un hospital, ambos dentro del mismo CTR
Esta polémica instalación generó gran polémica entre los trabajadores al considerar un peligro que la instalación dependa de una torre virtual, que en un momento dado pudiera quedar inoperativa, dándose la imposibilidad de tener control visual, por lo que son muchos los que demandan el antiguo modelo con una torre convencional.
¿Se debería volver a plantear si la eficiencia consiste en tener menos instalaciones?
¿Cuál será el futuro de la navegación aérea española acuciada por la inminente revolución tecnológica a través de sistemas remotos?
Es ésta, una situación difícil a los ojos de quien tiene la responsabilidad de gestionar el tráfico aéreo de un aeropuerto, y cuya plantilla podría sufrir las consecuencias de este primer y pionero experimento, en el que se pone en duda si las torres remotas son capaces de brindar más seguridad a los controladores con sus nuevas herramientas tecnológicas.
Sobre los orígenes de las torres áreas de control remoto
Fue en el año 2014 cuando se implantó la primera torre aérea de control remoto, que fue inaugurada en Örnsköldsvik (Suecia). Entonces, el complejo recibió certificación completa de la Autoridad de Aviación Sueca.
En este contexto y viendo el éxito de la tecnología aplicada en Suecia, otros países como Noruega y Alemania pronto se sumaron a la iniciativa. En el año 2017 se comenzaron a instalar torres áreas de control remoto como la de Bodø, (Noruega) que controlaba hasta cinco aeródromos.